En la actualidad, muchas son las escuelas que promueven unas jornadas de convivencias entre alumnos y profesores.
Estas jornadas constituyen una buena oportunidad para compartir todos juntos actividades diferentes a las cotidianas y fomentar relaciones más allá de las aulas.
El marco natural suele ser el elegido para estas "colonias" escolares ya que permiten a los alumnos disfrutar de los espacios abiertos y conocer entornos diferentes a los suyos.
La mayoría de los padres sincronizan con la escuela en la idoneidad de estas convivencias para favorecer el desarrollo de los alumnos, los cuales esperan con ilusión esos momentos en los que sin duda descargarán toda la energía contenida en clase.
Pero aún hay quien considera que no son oportunas. Alegan que interrumpen el proceso de aprendizaje de contenidos, que trastornan la rutina diaria de sus hijos y aún más, que éstos no estarán bien cuidados, atendidos, alimentados y protegidos.
Habría que hacerles entender que las convivencias representan una actividad más que ofrece la escuela para completar el aprendizaje de sus alumnos y que lo que le puede aportarles a sus hijos supera con creces sus temores.
Y es que las "colonias" representan otra forma de aprender, compartiendo, cooperando, conociendo, descubriendo, experimentando, enfrentándose a situaciones nuevas, deshaciéndose de la rutina y del amparo nocturno de los papás (sobre todo los más pequeños) para dar un paso más hacia la autonomía personal. Y todo de una manera lúdica, divertida, que permite mantener en todo momento abierta la mente de los niños, dispuesta a asimilar todo aquello que descubren sus sentidos.
Sería bueno que todos comprendieran sus beneficios y que a estas experiencias se unieran aquellas escuelas que no lo han considerado aún como una extensión del proceso de aprendizaje.
Igualmente, deberían realizarse en todos los ciclos y etapas, en todas las edades y niveles, pues contribuirían en buena medida a fomentar relaciones más positivas entre los propios estudiantes y entre éstos y la comunidad escolar.
Mireia L. S.