El conflicto...

Tan natural como la vida misma, el conflicto forma parte de todos nosotros, integrado a nuestras relaciones personales, emergiendo entre la individualidad de cada uno y la convivencia, dando cuenta clara de nuestra independencia, de la visión particular de lo que nos rodea, de nosotros frente al mundo, de nuestros gustos, de nuestras creencias, de nuestros pensamientos, de nuestra subjetividad, de nuestro sentir y nuestro ser. Las organizaciones escolares, como microcosmos de la sociedad en la que están insertas y partícipes de su influencia, son un espacio vital en el que confluyen múltiples interrelaciones que configuran el marco propicio para el surgir de los conflictos. De la postura que adoptemos todos ante el mismo sin excepción -protagonistas, interesados, mediadores, observadores, etc.- dependerá que nos rindamos ante ellos o los veamos como una excelente oportunidad para mejorar, crecer, avanzar, progresar y evolucionar.



Es mi deseo, a través de las siguientes páginas, abrir el debate sobre el tema y ampliar visiones que nos permitan ver más allá del aquí y ahora, coger al conflicto de la mano y dejarle que nos guíe por un camino de futuro productivo.




sábado, 1 de mayo de 2010

De un padre a un hijo...



"Hemos entrado en el conflicto, un tema del que debo hablarte porque estoy seguro de que te afecta. El conflicto comporta que dos partes tengan necesidades diferentes y que una viva la actitud de la otra como un avasallamiento, como un poder que no acepta y ante el que es preciso reaccionar.
Hay tres maneras de `estar en contra´ y es importante que tú las conozcas para identificarte con una de ellas, y para comprender mejor algunos de tus comportamientos.
Desde luego, también podrías estar completamente fuera del conflicto, pero en este caso no pienses que me haces especialmente feliz, porque el conflicto, aunque es lucha, es muy útil para crecer.
Pienso que si durante la adolescencia no existe contraste entre padres e hijos, esto significa que no se está creciendo y, por tanto, se permanece en una edad de la niñez que no plantea grandes problemas en la vida cotidiana, pero expone al riesgo de un infantilismo estructural o prolongado. En resumen, no tengo simpatía por los vínculos idílicos entre adultos y adolescentes, bajo la enseña del `ningún problema, aunque siempre es preciso intentar evitar que el conflicto se vuelva destructivo e impida esa relación afectiva indispensable para el crecimiento.
Existe, pues, un contraste positivo, y el análisis de las tres maneras de `estar eb contra´te ofrecerá algunas indicaciones para encuadrarlo mejor.
La primera viene dada por la transgresión. La transgresión es una desviación transitoria de la norma.
Herbert Marcuse, un sociólogo muy conocido en los años sesenta del siglo XX, sostenía que la transgresión es una técnica de la que se sirve el poder para imponerse, y, por tanto, no sólo es permitida, sino promovida por la autoridad.
(...)
En resumen, la transgresión es una táctica de la sumisión. Es la ilusión de sentirse libres sin serlo. (...) Te confieso que no tengo simpatía por los transgresores.
La segunda manera es la oposición. Una actitud por la cual ante una solicitud de los padres se responde haciendo exactamente lo contrario, y esto independientemente de la naturaleza de la solicitud y del hecho de que la respuesta `en contra´sea más conforme a nuestras necesidades. Si no hubiera habido solicitud, el comportamiento nunca se habría manifestado.
La oposición no se aparta de la dependencia, o sea, de decir que sí a cada orden. Respecto a la obediencia pasiva, la oposición es sólo anitética. (...).
Son muchísimos los casos de oposición pasiva y no siento por ellos ni simpatía ni antipatía. Los leo como la señal de una falta de personalidad, un problema que merece ayuda, que necesita `curas´.
La tercera forma de `estar en contra´es la rebelión. De ello ha hablado de manera extraordinaria Albert Camus en `El hombre rebelde´y en `La peste´.
La rebelión es la capacidad de decir que no, pero sólo después de haber valorado la solicitud, haber constatado que no es compatible con las propias convicciones, con los principios en los que se cree. Por tanto, sólo se puede desobedecer, para no sentir que se trapichea con las propias convicciones y no perder la dignidad de hombres.
Es casi superfluo que te lo explicite, pero yo siento una gran simpatía por el hombre rebelde, y también por la rebedía del adolescente, porque en esta forma de desobediencia se plantea también la posibilidad de que una generación venza las resistencias y los errores de las precedentes.
En resumen, la rebeldía es la fuerza de una sociedad, es la fuerza de su parte joven, a través de la cual evoluciona hacia nuevas modalidades de organización y de justicia. Y en este sentido, pero sopesa bien las palabras atribuyéndoles el significado que les he dado, elogio la desobediencia e incluso la rebeldía.
Yo no sé en cuál de estas tres formas te reconoces. Desde luego sería bueno que las discutieras, incluso con tu padre y con tu madre, para examinar las dinámicas de tu conflicto con ellos."

De "Carta a un Adolescente" de Vittorino Andreoli. (Fragmento)

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