El conflicto...

Tan natural como la vida misma, el conflicto forma parte de todos nosotros, integrado a nuestras relaciones personales, emergiendo entre la individualidad de cada uno y la convivencia, dando cuenta clara de nuestra independencia, de la visión particular de lo que nos rodea, de nosotros frente al mundo, de nuestros gustos, de nuestras creencias, de nuestros pensamientos, de nuestra subjetividad, de nuestro sentir y nuestro ser. Las organizaciones escolares, como microcosmos de la sociedad en la que están insertas y partícipes de su influencia, son un espacio vital en el que confluyen múltiples interrelaciones que configuran el marco propicio para el surgir de los conflictos. De la postura que adoptemos todos ante el mismo sin excepción -protagonistas, interesados, mediadores, observadores, etc.- dependerá que nos rindamos ante ellos o los veamos como una excelente oportunidad para mejorar, crecer, avanzar, progresar y evolucionar.



Es mi deseo, a través de las siguientes páginas, abrir el debate sobre el tema y ampliar visiones que nos permitan ver más allá del aquí y ahora, coger al conflicto de la mano y dejarle que nos guíe por un camino de futuro productivo.




sábado, 1 de mayo de 2010

De un padre a un hijo...



"Hemos entrado en el conflicto, un tema del que debo hablarte porque estoy seguro de que te afecta. El conflicto comporta que dos partes tengan necesidades diferentes y que una viva la actitud de la otra como un avasallamiento, como un poder que no acepta y ante el que es preciso reaccionar.
Hay tres maneras de `estar en contra´ y es importante que tú las conozcas para identificarte con una de ellas, y para comprender mejor algunos de tus comportamientos.
Desde luego, también podrías estar completamente fuera del conflicto, pero en este caso no pienses que me haces especialmente feliz, porque el conflicto, aunque es lucha, es muy útil para crecer.
Pienso que si durante la adolescencia no existe contraste entre padres e hijos, esto significa que no se está creciendo y, por tanto, se permanece en una edad de la niñez que no plantea grandes problemas en la vida cotidiana, pero expone al riesgo de un infantilismo estructural o prolongado. En resumen, no tengo simpatía por los vínculos idílicos entre adultos y adolescentes, bajo la enseña del `ningún problema, aunque siempre es preciso intentar evitar que el conflicto se vuelva destructivo e impida esa relación afectiva indispensable para el crecimiento.
Existe, pues, un contraste positivo, y el análisis de las tres maneras de `estar eb contra´te ofrecerá algunas indicaciones para encuadrarlo mejor.
La primera viene dada por la transgresión. La transgresión es una desviación transitoria de la norma.
Herbert Marcuse, un sociólogo muy conocido en los años sesenta del siglo XX, sostenía que la transgresión es una técnica de la que se sirve el poder para imponerse, y, por tanto, no sólo es permitida, sino promovida por la autoridad.
(...)
En resumen, la transgresión es una táctica de la sumisión. Es la ilusión de sentirse libres sin serlo. (...) Te confieso que no tengo simpatía por los transgresores.
La segunda manera es la oposición. Una actitud por la cual ante una solicitud de los padres se responde haciendo exactamente lo contrario, y esto independientemente de la naturaleza de la solicitud y del hecho de que la respuesta `en contra´sea más conforme a nuestras necesidades. Si no hubiera habido solicitud, el comportamiento nunca se habría manifestado.
La oposición no se aparta de la dependencia, o sea, de decir que sí a cada orden. Respecto a la obediencia pasiva, la oposición es sólo anitética. (...).
Son muchísimos los casos de oposición pasiva y no siento por ellos ni simpatía ni antipatía. Los leo como la señal de una falta de personalidad, un problema que merece ayuda, que necesita `curas´.
La tercera forma de `estar en contra´es la rebelión. De ello ha hablado de manera extraordinaria Albert Camus en `El hombre rebelde´y en `La peste´.
La rebelión es la capacidad de decir que no, pero sólo después de haber valorado la solicitud, haber constatado que no es compatible con las propias convicciones, con los principios en los que se cree. Por tanto, sólo se puede desobedecer, para no sentir que se trapichea con las propias convicciones y no perder la dignidad de hombres.
Es casi superfluo que te lo explicite, pero yo siento una gran simpatía por el hombre rebelde, y también por la rebedía del adolescente, porque en esta forma de desobediencia se plantea también la posibilidad de que una generación venza las resistencias y los errores de las precedentes.
En resumen, la rebeldía es la fuerza de una sociedad, es la fuerza de su parte joven, a través de la cual evoluciona hacia nuevas modalidades de organización y de justicia. Y en este sentido, pero sopesa bien las palabras atribuyéndoles el significado que les he dado, elogio la desobediencia e incluso la rebeldía.
Yo no sé en cuál de estas tres formas te reconoces. Desde luego sería bueno que las discutieras, incluso con tu padre y con tu madre, para examinar las dinámicas de tu conflicto con ellos."

De "Carta a un Adolescente" de Vittorino Andreoli. (Fragmento)

martes, 27 de abril de 2010

POLÉMICA SOBRE LA PROHIBICIÓN DEL VELO EN LOS INSTITUTOS

La prohibición expresa del velo islámico en algunos institutos de nuestro país ha abierto una encarnizada polémica de uno de los conflictos de más actualidad dentro de las organizaciones escolares de la sociedad actual. Se abre así un áspero debate entre seguidores y detractores, entre quienes piensan que se debe un respeto a la voluntad personal y entre los que piensan que se deben respetar las normas internas organizativas de la escuela, entre quienes ven un atentado a la integridad e independencia de la mujer y entre quienes piensan que se atenta contra la identidad cultural, entre quienes consideran la permisividad como una amenaza externa y entre quienes consideran la prohibición como discriminación religiosa...
Habría tantos argumentos a favor o en contra como puntos de vista personales e individuales. ¿Qué opinais?

(clickar sobre el títular para ver noticia)

AUDIO

domingo, 10 de enero de 2010

EDUCACIÓN EN VALORES COMO AYUDA A LA PREVENCIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS



Los valores son un bien, valiosos por lo que son en sí mismos y permiten evaluar la bondad de nuestras acciones. Los valores morales nos ayudan a crecer, a conformar nuestra personalidad, a forjar un estilo de vida propio y consolidar nuestra dignidad personal.

Los valores nos dan la oportunidad de perfeccionarnos, por lo que deberemos establecer libremente nuestra propia escala jerárquica de los mismos según consideremos cuáles debemos priorizar, de acuerdo con nuestras creencias y forma de querer vivir nuestra vida. Así podremos tomar las decisiones oportunas que nos permitan crecer moralmente, ser más humanos.

La sociedad actual denota una crisis de valores, hay una confusión general respecto a los mismos, lo que acentúa la generación y la magnitud de los conflictos en diversos ámbitos.

La educación tiene en sus manos la posibilidad de sensibilizar a niños y adolescentes de la importancia de los valores para su desarrollo personal y debe responsabilizarse en hacerlo.

Los valores deberían estar presentes de manera permanente en las organizaciones educativas, integrados en todas las materias, en todas las situaciones e impregnar toda acción, toda actuación y todo momento.

Hay numerosas estrategias que ayudan a reflexionar a los alumnos sobre su propia concepción del mundo, sobre su comportamiento, sobre la coherencia de sus pensamientos con sus actos, a ser críticos consigo mismos, a desarrollar el juicio moral. Pero el mejor método para aprender es, sin duda, mediante el ejemplo. Los profesores deberían tener ésto siempre presente.

Si conseguimos que los alumnos logren interiorizar los valores y asimilarlos libremente éstos se convertirán en una guía de su conducta y orientarán su vida de manera positiva. Sin duda esto provocaría saber afrontar y superar con éxito aquellas situaciones conflictivas con las que se pudieran encontrar.


Mireia L. S.

Educación Integral


La siguiente web educativa nos enlaza con multitud de temas educativos, nos ofrece definiciones, herramientas y materiales didácticos, textos para reflexionar, etc. que pueden sernos de mucha utilidad en el tema de los conflictos en las relaciones de las organizaciones educativas y para cualquier tema relacionado con la educación.

http://www.educacionenvalores.org/-Educacion-.html

LOS DOCENTES Y LA CULTURA DEL HOSTIGAMIENTO


La profesora Adriana Tarán del Horno nos presenta el siguiente documento en el que habla de los distintos estilos docentes y de cómo éstos pueden incidir en la generación de un clima determinado en aula que promueva, prevenga o maneje adecuadamente las situaciones de conflicto.

http://www.ucu.edu.uy/Facultades/Psicologia/TB/Documentos/LOS_DOCENTES_Y_LA_CULTURA_DEL_HOSTIGAMIENTO_1.pdf

sábado, 9 de enero de 2010

PROFESORES Y ALUMNOS RECLAMAN RESPETO MUTUO


El día a día en las aulas se sucede normalmente de manera rutinaria. División del horario por materias, exposición de los profesores, consultas y dudas sobre los temas en cuestión, desarrollo y corrección de ejercicios, exámenes...
Todo esto y el espacio es compartido por alumnos y profesor (ya que lo habitual es que sea uno por clase) durante toda la jornada escolar.
Entre ellos se produce una relación asimétrica en la que queda claro quién es el que enseña y quién es el que aprende. De todas formas, me gustaría especificar que si bien es el alumno el protagonista de su proceso de aprendizaje, ambas partes pueden aprender mutuamente.
Esta relación de la que hablamos entre alumno y profesor puede ser de muy diferentes maneras, abarcando una amplia gama de matices.
Del estilo de enseñanza del profesor, su concepción del proceso de aprendizaje, su visión y forma de conocer a los alumnos y la valoración que le da a los mismos y a sus opiniones dependerá en gran medida el clima que reinará en sus clases.
De este modo podemos encontrarnos con profesores que escuchan atentamente las peticiones de sus alumnos, que les permiten hacer comentarios en sus clases, que aceptan sus gustos y preferencias, que intentan comprender sus puntos de vista sean o no compartidos por él, y con ésto imprimen un clima cálido propicio para que el aprendizaje se produzca de manera eficaz. Si surge algún conflicto su resolución pasa por el diálogo, la comprensión, el entendimiento y el respeto mutuo.
Otros profesores, en cambio, consideran que los estudiantes están en un nivel inferior al suyo, que sus opiniones no merecen apenas ser escuchadas, que actúan con indiferencia ante cualquier comentario e incluso, les molesta y consideran que interrumpe el ritmo de la clase.
Evidentemente, las relaciones entre los profesores de este grupo y sus alumnos estarán cargadas de tensión, sus clases serán menos distendidas, los estudiantes detectarán su falta de respeto y posiblemente crearán un clima mucho más propenso a los conflictos. Conflictos, además, que difícilmente podrán ser resueltos satisfactoriamente si antes no se ha garantizado un respeto por ambas partes.
Pero no sólo los profesores condicionan el clima de las clases. En ocasiones, algunos alumnos, a veces incluso hasta de forma intencionada, parecen empeñarse en ser el centro de atención en todo momento, no pueden estarse quietos, no pueden parar de hablar, interrumpen sin cesar cualquier actividad que se esté desarrollando en clase, reclaman peticiones absurdas o que no vienen a cuento y con su actitud no cesan de provocar tanto al profesor como al resto de sus compañeros. Algunos hasta consiguen ganarse adeptos que les sigan y apoyen en sus actuaciones.
Estamos ante un caso en el que el ni el profesor ni el resto de los compañeros son respetados.
El comportamiento de estos alumnos crea, por lo tanto, un conflicto en clase.
Según el profesor, su estado de ánimo en ese momento, la reincidencia o no de esta actitud del alumno, la posición de la escuela al respecto, etc. se actuará de un modo u otro para resolver el conflicto.
Así, habrá profesores que solucionen el problema expulsando al alumno de clase habitualmente, los que hablen con él e intenten modificar su conducta, los que deriben el problema al departamento de orientación...
Creo fervientemente que la solución pasa por el respeto mutuo. Que los alumnos respeten y comprendan la labor que está haciendo el profesor es esencial, pero también lo es que los profesores respeten a los alumnos, intenten comprenderlos y conocer qué puede haber detrás de una actitud conflictiva y qué es lo que la provoca para poder resolverla.
Tal vez si las normas de conducta basadas en el entendimiento y respeto mutuo fueran establecidas no sólo por los profesores o el centro sino también por los alumnos, se sentirían más valorados y con la responsabilidad de responder activamente a unas normas previamente asumidas y no aceptadas por obligación.
Mireia L. S.

POR UN OBJETIVO COMÚN


Estamos inmersos en una sociedad en constante evolución donde los cambios se producen a un ritmo vertiginoso y en la que lo que es válido hoy no lo es mañana.
La sensación popular es de un "sálvese quien pueda" y el individualismo se constituye en la mano gobernante de nuestras actuaciones en todos los ámbitos.
En la organización escolar, que es el marco que nos ocupa, no podría ser de otro modo.
Las organizaciones escolares, como la mayoría de las organizaciones, no evolucionan a la par de los continuos cambios sociales que suceden en nuestro entorno.
La causa principal podemos encontrarla en la falta de comunicación entre todos los actores implicados. Y no sólo se carece de la comunicación necesaria, sino de la capacidad de que ésta sea productiva cuando se produzca.
Las administraciones fijan sus normas en función de sus propios intereses (haciendo ver que son los propios de la población a quien representan) sin tener en cuenta a aquellos que deben llevarlo a cabo.
A su vez, la propia organización escolar se distribuye generalmente de manera jerárquica, disponiendo funciones específicas a sus integrantes en pro de unos objetivos propuestos. Objetivos marcados, principalmente, por el acatamiento a las normas y la consecución unos aprendizajes "constatables" por parte de los alumnos de los contenidos explícitos en en currículo.
Los profesores actúan de forma totalmente independiente, con su propio estilo de enseñanza, de acuerdo a su modo de ver, con sus métodos, recursos, técnicas, estrategias...
Los alumnos asumen su papel de dejarse guiar y dirigir en el mejor de los casos y de ser mandados en el peor de ellos, pero teniendo claro que su voz rara vez será escuchada.
Si bien todos los integrantes de la comunidad educativa persiguen unos objetivos comunes, por falta de especificidad, diálogo, debate y consenso sobre los mismos y sobre cómo llevarlos a cabo, quedan vagos e imprecisos, abiertos a la libre interpretación de cada cual y dando lugar a numerosas confusiones y conflictos irresolubles.
Las prisas por llegar a unos objetivos nos cierran el camino y no nos llevan a ninguna parte. La falta de cohesión en la forma de actuar contribuye, en gran medida, a ir dejendo escapar aspectos importantes por el camino.
Debemos parar este ritmo acelerado que no produce más que sensación de angustia, inseguridad y decisiones tomadas por impulso o por inercia.
Sólo si reconocemos que hay que dedicar un tiempo lo suficientemente amplio como para poder en él llegar a comunicar realmente nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra forma de ver, nuestras emociones, nuestras opiniones, nuestros propios objetivos personales y profesionales y en el que tengan cabida los de todos los miembros que conforman la organización educativa, podremos empezar a replantearnos la forma de explicitar unos objetivos reales, comunes, comprensibles para todos, consensuados y que contribuyan a mejorar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Tal vez nos ocupe más tiempo de lo previsto, pero evitaríamos conflictos innecesarios, aprenderíamos a resolver posibles situaciones conflictivas y los pasos dados, aunque lentos, serían firmes y sin ninguna duda todos seríamos partícipes de sus beneficios.
Mireia L. S.

CONFLICTOS DE GÉNERO


El siguiente enlace nos lleva a un artículo que reflexiona sobre la educación y la diferencia de género:
Os presento un juego que, aparentemente inocente, es agresivo, intolerante y sexista:

EN EL RECREO


Son las diez y media de la mañana de un frío lunes de invierno y nos encontramos en un colegio de Barcelona.
En una clase de cuarto curso de Primaria, los niños escuchan atentos las explicaciones que su profesora de Ciencias da sobre los animales vertebrados. De repente suena el timbre que señala la hora del recreo y el silencio se desvanece en apenas un par de segundos, dando paso a una variedad sonora caótica formada por el continuo ir y venir de las sillas, las voces, los pasos, las risas...
Los alumnos bajan las escaleras que les llevan al patio atropelladamente, sin atender a las llamadas al orden.
En pocos minutos ya están todos abajo, descargando la tensión acumulada durante las primeras horas de clase.
Niños y niñas empiezan a distribuirse en el espacio formando grupos y corrillos. A la derecha, donde está la pista de balonmano, el más numeroso de los grupos se prepara para jugar al fútbol. Una par de niños ya corren por la pista, balón va y balón viene, mientras el resto está amontonado, en plena ebullición, discutiendo la formación de equipos. Hay dos jugadores de más y comienza el conflicto. Hay que decidir quién queda fuera del juego. Los elegidos "capitanes" empiezan a escoger a los compañeros que formarán sus equipos. Los dos son niños, así que su postura está clara: dos niñas se quedan en el lateral, sin ser escogidas, mientras todos corren a sus puestos. Protestan la decisión y reclaman su derecho a jugar pero no son escuchadas por nadie y deciden, por fin, acatar el resultado, dar media vuelta e ir a ver a qué juegan el resto de sus compañeros.
Unos cuantos juegan a pillar, siete niñas juegan a la comba, otras tres hablan sin parar apoyadas en una pared, cuatro niños intercambian cromos en una esquina y otros tantos, en otra, juegan a luchas haciendo una representación de "el Zorro".
De repente, uno de estos últimos empieza a gritar y llorar desconsoladamente al mismo tiempo que se abalanza sobre uno de sus compañeros tirándolo al suelo. La lucha deja de convertirse en una representación para ser real. Las niñas que hablaban apoyadas en la pared, testigos de lo ocurrido desde el momento de los primeros llantos, van corriendo a avisar a dos profesores, que estaban en la entrada del patio, al abrigo del frío, de lo ocurrido. Todos contaban a la vez su versión. Algunos, hasta sin haber visto nada, tomaban partido por uno u otro. Al final, los profesores deciden castigar a los dos protagonistas sin jugar el resto del patio. Un profesor va con ellos a clase, les habla, les hace sentar en silencio para que piensen en lo ocurrido y les dice que si no se piden perdón mutuamente antes de finalizar las clases el castigo se hará extensivo al resto de la semana.
Hasta aquí, un lunes cualquiera de invierno en el que a la hora del recreo se producen dos conflictos entre los alumnos.
Ahora llega el momento de la reflexión. ¿Cómo, cuándo y por qué se han producido los conflictos? ¿Hemos actuado de forma adecuada? ¿Han quedado resueltos los conflictos? ¿Podrían haberse evitado?
Si analizamos detenidamente las dos situaciones comprobaremos que debemos contestar que no a las tres últimas cuestiones que nos hemos planteado y que no tenemos nada clara la primera.
En el primero de los casos el conflicto queda sin resolver, además de pasar desapercibido prácticamente para todos. Las dos niñas optan por la resignación, con la sensación de que les ha tocado perder.
En el segundo caso se ha optado por el castigo para resolverlo. Los dos han salido perdedores. Seguramente se pedirán perdón no por convencimiento propio sino por no tener que seguir castigados el resto de la semana.
Los dos casos son una constante en el recreo. Ambas situaciones podemos evitarlas alguna vez aunque, en ocasiones, este tipo de conflictos es inevitable.
Pero debemos tomar conciencia de ellos, podemos ayudarles a dirigir sus juegos, a que aprendan a compartir, a no discriminar por ningún motivo, hacerles entender que todos tienen los mismos derechos, enseñarles a respetar a sus compañeros, a que reflexionen sobre sus actuaciones, a que piensen que en ese momento lo más importante es pasarlo bien jugando...
Sólo de este modo conseguiríamos reducir los conflictos y cuando éstos se produjeran nos harían avanzar en nuestro aprendizaje, convirtiéndolos en una experiencia que ha llegado a ser positiva y a partir de la cual todos podríamos salir ganando.
Mireia L S.

viernes, 8 de enero de 2010

RELACIONES ENTRE FAMILIA Y ESCUELA

El siguiente artículo nos presenta los objetivos fundamentales que se deben establecer en la relación familia-escuela y el proceso a seguir para que éstos se cumplan.

Escuela y familia: relaciones recíprocas

RELACIONES ENTRE PADRES Y PROFESORES

Una de las múltiples relaciones que se establecen en las organizaciones educativas es la de los padres de los alumnos con los profesores.

En la actualidad, en la mayoría de escuelas hay un AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos) formado por una representación de padres y constituida en órgano consultivo, que sirve de puente entre la propia escuela y el resto de padres.

Pero hoy, aquí, me gustaría hablar de las relaciones persona a persona que se establecen entre los padres y el profesor o profesores de un alumno.

El tipo de relación que se establece varía en función del carácter, la forma de pensar, la actitud ante los problemas, etc., pero, fundamentalmente, depende en gran medida de la relación de partida entre los padres y el hijo, del rol que ocupa dentro de la familia y el valor que se le da en la misma. Tomando como punto de partida el lugar que ocupa el hijo dentro de la familia, creo que las claves para que la relación entre padres y profesores se manifieste en un sentido u otro, es decir, que sea una relación positiva o no, son las expectativas de los padres hacia los estudios en general, hacia la propia escuela y hacia el profesor en cuestión, así como las expectativas de éstos (padres y profesores) con respecto al alumno/hijo.

Cuando todas estas expectativas son buenas por ambas partes, lo habitual es que la relación también lo sea. Esto no quiere decir que en determinados momentos no pueda surgir un conflicto, pero lo normal en estos casos es que lleguen a un acuerdo en la forma de resolverlo y la situación consiga ser satisfactoria para todos, pues tanto padres como profesores actúan en una misma dirección en favor de los intereses del alumno y, por consiguiente, de los suyos propios. El objetivo principal de unos y otros es el mismo: conocer al alumno/hijo y que su aprendizaje se desarrolle de una manera óptima. Estamos ante un tipo de relación fluida, abierta, donde la comunicación que se produce es real y consistente.

Por desgracia, las relaciones no siempre son tan fructíferas. Puede suceder que las expectativas con respecto al alumno no sean las mismas entre padres y profesores, que los padres no crean que la escuela reúna los requisitos esenciales para garantizar una buena enseñanza a su hijo y, en el peor de los casos, que las expectativas de los padres hacia los estudios en general sean bajas o nulas.

Aunque estando como estamos sumergidos en lo que se denomina "sociedad del conocimiento", pueda parecer que esta última opición no es posible, la realidad nos muestra que sí en más ocasiones de las previsibles y deseables y no cómo algo fuera de lo habitual o extraordinario, sobre todos en extrarradios de grandes ciudades, barrios con escasez de recursos, lugares donde se concentran grandes grupos de emigrantes con lenguas diferentes y zonas marginales.

Cuando esta situación se da, los conflictos se multiplican e intensifican y las posibilidades de llegar a resolverlos se reducen.

Si esto ocurre, la comunicación entre padres y profesores suele ser escasa, en tiempo y manera. Raras veces los padres se ponen en contacto, suele ser el profesor quien los solicita y éstos, en la mayoría de ocasiones, muestran una actitud pasiva, dando a entender con ella que la escuela representa simplemente un lugar donde sus hijos deben pasar un periodo de tiempo determinado, no muestran ningún interés especial por aquello que les puedan contar y ni quieren, ni piensan poner nada de su parte para que sea de otro modo. La comunicación que aquí se produce, cuándo se produce, carece de significado ya que la intención y motivación para que sea efectiva no es la misma entre ambas partes.

Pero no es el peor de los casos. Puede suceder que la actitud que tomen ciertos padres ante los conflictos sea de agresividad y aunque la intencionalidad de que se produzca comunicación entre ellos es explícita tanto por padres como por profesores, no hay coincidencia en la forma, no se cree en el diálogo y raras veces se llega a un consenso.

Aunque en casos más excepcionales, también podríamos decir que, de vez en cuando, nos encontramos con algún profesor que nunca parece estar disponible y los padres se encuentran con dificultades cada vez que precisan o desean hablar con él.

En líneas generales estas son las relaciones "típicas" que podríamos decir que se dan entre padres y pofesores, si bien, debemos precisar que cada relación en sí misma es única, como únicos e irrepetibles son quienes se relacionan y en las manos de cada uno de ellos está la posibilidad de que cuando surge un conflicto se llegue a aprender de él.
Mireia L. S.

jueves, 7 de enero de 2010

RELACIONES, CONFLICTOS, RESOLUCIONES.

A través de los siguientes enlaces podremos entender un poco más acerca de los conflictos que pueden surgir en las relaciones de las organizaciones escolares, de la importancia de la comunicación efectiva para la prevención de conflictos y de la mediación para su resolución.

Vídeo: Demostración de Mediación Escolar
Vídeo: Mediación en la Escuela
Vídeo: Representación de una Mediación Escolar
Vídeo: Habilidades en Mediación Escolar
Vídeo: Proceso en la Mediación Escolar
Vídeo: Equipos de Trabajo: Cómo enfrentar los cambios y superar conflictos
Vídeo: Equipos de Trabajo: Conflictos
Vídeo: Estrategias para la Resolución de Conflictos
Vídeo: En el conflicto podemos ganar todos
Vídeo: La Negociación Racional
Vídeo: Comunicación Efectiva
Vídeo: Pavorreal en la Tierra de los Pingüinos

Educar con inteligencia emocional
Conflicto y resolución de conflictos escolares: La experiencia de mediación escolar en España
educación intercultural

DIVERSIDAD CULTURAL Y CONFLICTOS EN LAS AULAS

La escuela está concebida como el medio a través del cual se transmite el patrimonio cultural de la sociedad en la que está inmersa. El conjunto de significados compartidos que se transmiten en la escuela, es decir, los valores, creencias, expectativas, normas de comportamiento y rituales que modulan la forma de pensar y actuar de los participantes del proceso educativo, es lo que denominamos cultura escolar. Esta cultura escolar asume la cultura de la sociedad a la que pertenece a la vez que ayuda a su transmisión y consolidación. Ambas se interrelacionan e influyen mutuamente.

Pero cada vez más, nuestra sociedad y nuestras escuelas están formadas por gentes de las más diversas procedencias y la diversidad cultural es hoy un hecho indiscutible.

Aunque desde todos los ámbitos se abogue por una educación intercultural basada en la tolerancia y en el respeto, en el aprendizaje cooperativo como estrategia de aprendizaje y en una escuela en la que todas las formas culturales se sientan representadas, la realidad diaria está bastante alejada. No acabamos de deshacernos de estereotipos y prejuicios y esta heterogeneidad cultural existente que debería contrubuir a abrir nuestras mentes más allá de lo tradicionalmente asumido supone un punto de desencuentro que complica las relaciones y no deja de ocasionar conflictos.

Así, dentro de una misma clase podemos encontrar alumnos de diversos lugares, con diferentes formas de ver el mundo y con distintas lenguas, situación que, en lugar de enriquecer nuestra propia cultura, genera problemas educativos, religiosos, lingüísticos, estéticos, económicos, convivenciales, etc. Situación que se agrava, sin duda, cuando los alumnos originarios de otras culturas se encuentran en precaria situación económica y tienen culturas y lenguas muy alejadas de la dominante.

No resulta fácil educar desde la multiculturalidad y para la multiculturalidad, pero debemos asumir estos conflictos y no soterrarlos, intentando corregir actitudes y potenciando la colaboración y la cooperación, fomentando la convivencia, la autocrítica, la tolerancia, el respeto y el enriquecimiento mutuo.

La importancia de la planificación, la organización, la evaluación continua, la participación, el diálogo y el consenso es indiscutible y tanto profesores, como alumnos, padres y centros deben concienciarse del esfuerzo que deben hacer para adaptarse a la peculiaridad de los grupos y que no se pierda uno de los sentidos de la educación como medio para la realización de las oportunidades personales independientemente de la situación de partida de cada uno.
Se hace así imprescindible enfatizar en la igualdad de oportunidades sin reducir los niveles de exigencia para conseguir tener una educación de calidad y que ésta no pierda su propia esencia y razón de ser.

Mireia L. S.